jueves, 21 de noviembre de 2013

VICTIMIZACIÓN y MISOGINIA

 Victimización

 
El concepto de victimización se hace presente a partir de la idea de víctima y de victimario. Podemos comenzar definiendo a la víctima como una persona que sufre el ataque o la desidia de otra persona. La víctima puede ser una víctima del maltrato físico, del maltrato verbal, del maltrato psicológico. Sin embargo, el concepto de victimización se abre un poco de esta definición debido a que supone ya un cierto grado de exageración en la condición que una persona determina de sí misma (o que otros determinan de ella) para considerarse víctima en situaciones que no necesariamente lo suponen. Para los especialistas en psicología, la victimización es una condición de la salud mental de una persona a partir de la cual esa persona se observa a sí misma como centro de todos los ataques y agresiones que pueden existir en una relación humana. Para muchos la victimización es una forma de llamar la atención sobre sí mismo pero de manera negativa. A diferencia de alguien que llama la atención sobre sí a partir de elementos que considera positivos, la victimización supone una visión negativa sobre la realidad que la persona en cuestión sufre.
Es importante entonces diferenciar el concepto de víctima del de victimización ya que el segundo supone, como dijimos antes, un grado de exageración o de falta de realidad sobre la situación específica. Así, es innegable que una persona que sufre un maltrato, como por ejemplo una mujer ante la violencia de su marido, es una víctima. Pero si ese marido utiliza el término victimización para referirse a su mujer en lugar de hablar de una víctima en sí, estaría queriendo decir que se exagera la situación por centrarse demasiado en el sufrimiento de uno mismo (independientemente de cual sea la realidad).
La victimización puede volverse un problema tanto para la persona como para los demás en tanto y en cuanto implica una visión alterada o no verídica de la realidad. Así, aquella persona que se victimiza permanentemente sufre por acciones o formas de comunicarse que son consideradas normales para el resto de la gente. También muestra una elevada susceptibilidad y esto definitivamente puede causar problemas si la situación no amerita preocupación o exageración sobre un acto particular. 
 
  • Victimización Primaria: la sufrida por la víctima a consecuencia de la originaria agresión o injusticia  criminal. Estudiamos aquí entre otros factores:
    • La interacción víctima-victimario, la “pareja penal”, y sus relaciones de complementariedad, las relaciones de poder, la actitud de la víctima, la retroalimentación o escalada de las situaciones victimizantes, el impacto de los llamados ciclos de victimización.URL
    • Identificación y evaluación de factores de riesgo y desamparo victimal. Hablaremos, así, de vulnerabilidad personal (referida a riesgos individuales psico-bio-sociales, así: la falta de habilidades sociales, la diferencia cultural, el analfabetismo, la inmadurez o la minusvalía), vulnerabilidad relacional (debida a un acentuado diferencial de poder) o vulnerabilidad contextual (es un contexto victimógeno el factor de desamparo).
    • En los últimos estudios se identifican carreras de victimización. En estas vidas poli-victimizadas (Finkelhor) la acumulación de adversidades genera auténticas escaladas de abuso e injusticia.  
  • Victimización Secundaria: victimización añadida, subsecuente a la primaria, que padece la víctima normalmente al ser estigmatizada, culpada o rechazada en contacto con las instituciones (policía, operadores jurídicos, asistentes) o con el marco social de reacción (medios de comunicación, comunidad, entorno de la víctima). Aquí la víctima sufre fundamentalmente por dos factores:
    • Porque es instrumentalizada al cumplimento de otros fines que transcienden su humanidad (la enloquecedora lógica judicial, la no menos utilitaria lógica de las audiencias en pos de la víctima noticiable).
    • Porque se activan mecanismos soterrados de inculpación y rechazo social: la víctima comporta el valor simbólico de recordarnos nuestra propia fragilidad; si la culpa reside en ella (su actitud fue reprochable, ella se lo buscó), puede neutralizarse la percepción de amenaza personal, como bien lo estudiara Lerner. En ocasiones, la excusa viene servida por la condición o conducta no convencional de la víctima: si esta no se adecua a unos patrones de idealidad (Christie) será fácil condenarla y estigmatizarla. Es el caso de víctimas toxicómanas, prostitutas, de culturas que nos resultan ajenas, etc.
  • Por último, hablaremos de victimización terciaria, que ha sido relacionada con tres temáticas distintas:
    • La victimización del penado, objeto de excesos punitivos y erosión prisionalizadora.
    • La que se sufre de modo vicarial o indirecto (mediante imágenes televisivas o cuando se es testigo de una victimización violenta).
    • La que sufre la víctima al construir obsesivamente su identidad en torno a la victimización. Este aspecto es de extremarelevancia para los asistentes de víctimas, cuya delicada labor es orientar a la “desvictimización”, o mejor aún, a una constructiva “reinserción social de la víctima” (García Pablos de Molina). Ahora bien, se trata de un proceso gradual que en absoluto debe convertirse en un procedimiento formulario y maquinal donde haya de satisfacerse la forzada obligación de “dejar de ser víctima”. Este proceso asistencial debe generar resiliencia (capacidad y fuerza restauradora) y debe contribuir a la potenciación (“empoderamiento”) de la víctima para que trascienda de un posible nivel de desamparo.    
En esa labor no solo debe estar comprometida la asistencia, sino, ciertamente, la sociedad al completo. Por eso es tan relevante la tarea de prevención victimal:
  • Prevención victimal primaria: estrategias de sensibilización y toma de conciencia social, dirigidas a la población en general. Son vitales, pero su uso debe ser cauteloso para que no se genere alarma cívica.
  • Prevención victimal secundaria: dirigida a personas que portan factores de vulnerabilidad. La idea es intervenir con estas víctimas potenciales para reforzarlas, informarlas y facilitarles capacidades de afrontamiento específico. También esta tarea esmuy comprometida, porque su abuso puede llevar a que la persona se sienta reprochada, estigmatizada por característicasde riesgo que ella no controla.
  • Prevención victimal terciaria: alguien que ha sido victimizado puede ver incrementado el riesgo de volver a sufrir una victimización de la misma naturaleza. Muchos factores contribuyen a ello, pero destaca la explicación de la llamada victimización-potenciadora (Tseloni, Pease et al). Si las circunstancias se mantienen, el infractor tiene motivos adicionales para reincidir con la misma víctima cuyas carencias conoce y con la que su plan ya tuvo éxito. Las estrategias terciarias impiden la re-victimización, proporcionando ostensibles instrumentos de renovación personal y situacional, de modo que el victimario capte los cambios y desista de un nuevo intento.
voces_pais

Misoginia

El odio hacia las mujeres es la manifestación extrema del conflicto entre lo masculino y lo femenino. Se expresa en múltiples formas: aversión, desprecio, control, exclusión, descalificación, discriminación, golpes, abuso, tortura, violación, mutilación, asesinato…Todo lo que comprende la palabra misoginia.

“La misoginia está ligada a la cultura, puesto que se encuentra en las sociedades que construyen sus valores desde una visión patriarcal, de dominio del varón. Aquí la mujer es desvalorizada por el simple hecho de ser mujer y su relación con el hombre se basa en la opresión y la desigualdad”, explica el investigador René Jiménez Ornelas, del Instituto de Investigaciones Sociales (IIS) de la UNAM.

El pensamiento misógino parte de la creencia de que la naturaleza dicta la superioridad masculina: la mujer es débil, el hombre es fuerte; la hembra calla, el varón habla; el ser femenino nació para el hogar y el cuidado de los hijos, el varón para desarrollar la mente.

Y hay más. El misógino encuentra justificación en la propia mujer: si el hombre la maltrata  y controla es porque ella lo provoca. Ni las leyes contra la violencia hacia las mujeres han puesto un alto a este prejuicio atroz.

¿Cuál es la diferencia entre machismo y misoginia?

  • Machismo: Actitud de prepotencia de los varones respecto a las mujeres. (Siendo "prepotente" aquel o aquella que "abusa de su poder o hace alarde de él".)
  • Misoginia: Aversión u odio a las mujeres. (Siendo "aversión", "el rechazo o repugnancia frente a alguien o algo" y el "odio" la "antipatía y aversión hacia algo o hacia alguien cuyo mal se desea" 

¿Qué es la misoginia?

Adán y Eva, representación artística en 'Figuras de la Biblia', Gerard Hoet (1648–1733).
Una persona misógina odia a las mujeres y, por extensión, todo lo que tenga que ver con lo que tradicionalmente se asocia a lo femenino, como la maternidad o la familia. No intenta ejercer un dominio o control de la mujer, sino que directamente quiere eliminar cualquier dependencia con el sexo femenino, que desprecia. Al igual que el racismo o la homofobia, se estudia como un trastorno del comportamiento y pertenece más a la esfera individual que colectiva.
La misoginia se ha construido a través de los siglos como una ideología y una posición de extremismo intelectual. Se fundamenta en la cultura griega y en mitos y creencias que asocian a la mujer con la maldad o con un ser humano incompleto.
Alfred Hitchcock, Aristóteles, Nietzsche o Quevedo forman parte de la lista de intelectuales misóginos:

"Todo en la mujer es un enigma, y todo en la mujer tiene una solución: se llama embarazo". (Nietzsche).

"La hembra es hembra en virtud de cierta falta de cualidades". (Aristóteles).

¿Qué es el machismo?

Pintada contra el machismo
Podemos definir el machismo como el "conjunto de actitudes y comportamientos sexistas que tienen por objeto establecer o mantener el predominio del hombre sobre la mujer, tanto en el ámbito público como en el privado".
Mediante los comportamientos machistas, la mujer es discriminada, tanto de forma individual como colectiva, al ser relegada en la estructura social. Son ejemplos de conductas machistas:

  1. Los comentarios sexuales en la calle o el lugar de trabajo.
  2. Valorar el trabajo de la mujer como secundario en la economía familiar.
  3. La infrarrepresentación de la mujer en la política.
  4. La violencia sexual y la violencia machista.
  5. La invisibilización del papel de la mujer en la historia y los medios de comunicación.
  6. La separación de niños y niñas en las escuelas y la educación diferenciada, ya desde los primeros meses.
El machismo puede darse entre hombres y mujeres, ya que tiene un fuerte componente cultural y de educación, muy arraigado socialmente e incluso bien visto en diferentes culturas y épocas. No obstante es mayoritariamente masculino.